Lunes, 12 Septiembre 2016 13:10

Amoris Laetitia: desarrollo orgánico y fidelidad creativa

Escrito por  Rodrigo Guerra López

El 16 y 17 de diciembre de 1970 se llevó a cabo en la ciudad de Cracovia una importante discusión. El Arzobispo Karol Wojtyla había escrito un denso libro que entre otras cosas buscaba mostrar la antropología subyacente a la Constitución Pastoral Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II. El volumen llevaba por título “Persona y Acción”. Se invitó por dos días a un nutrido grupo de filósofos a evaluar este esfuerzo especulativo.

Es muy interesante mirar las diversas contribuciones de aquel encuentro publicadas poco tiempo después gracias al esfuerzo de Andrzej Szostek. De un lado existían importantes simpatías por el nuevo libro: quienes habían explorado la fenomenología y el personalismo miraron en Wojtyla el inicio de un nuevo momento: el reconocimiento objetivo de la subjetividad no es subjetivismo. Más aún, la acción humana es un momento privilegiado para aprehender la verdad sobre la persona. Esta intuición le permitía al Arzobispo polaco arriesgar una hipótesis sobre cómo superar la unilateralidad de la teoría marxista sobre la primacía de la praxis revolucionaria a través de una renovada antropología de la acción y de la comunión.

Sin embargo, por otro lado, estaban quienes veían con reservas y/o con abierta desconfianza la reflexión de Wojtyla. Varios de ellos eran importantes profesores tomistas que no estaban acostumbrados a volver a las cosas mismas sino más bien a la repetición de un cierto canon de ortodoxia filosófica. En lugar de afirmar la verdad como adecuación de la inteligencia a la realidad parecían sostener implícitamente que la verdad es la adecuación de la inteligencia a Santo Tomás. Todo les parecía insatisfactorio en Wojtyla: el método, el lenguaje, la propuesta.

He querido recordar esta escena para ilustrar cómo no es extraño encontrar resistencias en el momento en que el pensamiento cristiano da un nuevo paso hacia delante. Estas resistencias, por lo general, argumentan falta de fidelidad a la herencia recibida, el usar un lenguaje renovado que se considera ambiguo y los muchos riesgos que pueden venir si se adopta tal o cual iniciativa a partir del nuevo enfoque adoptado. Podríamos no haber mencionado el caso de la obra Persona y acción y utilizar otros ejemplos: la controversia sobre la noción de libertad religiosa en la que una aparente oposición entre la Encíclica Libertas de León XIII y la Declaración Dignitatis humanae del Concilio Vaticano II haría que algunos juzgaran de herético al propio Concilio; la introducción del significado unitivo y procreativo del acto sexual en Humanae vitae en lugar de la teoría tomista de un fin primario y dos secundarios; la novedad que implica el reconocimiento de la imagen y semejanza del ser humano con Dios a partir de la “unidualidad relacional” entre hombre y mujer realizado por San Juan Pablo II que complementa y amplía la tradicional comprensión de la imagen y semejanza con Dios en base a las facultades superiores del ser humano: inteligencia y voluntad libre, etc.

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