`Laudato si´, sobre el cuidado de la casa común

Textos sobre la creación, la ecología humana y la economía.

[Para reflexionar sobre el pensamiento expuesto en la Encíclica del Papa Francisco]

En esta sección vamos a ir publicando textos, algunos de ellos relativamente largos, de diferentes autores (pensadores, economistas) que expresan pensamientos próximos y afines a los que el Papa Francisco va a expresar o ha expresado en su Encíclica sobre la creación. El pensamiento que estos pensadores promueven —todos ellos cristianos— es prácticamente desconocido en la mayoría de nuestros círculos católicos, porque, tanto las universidades como los medios de comunicación católicos, defienden sin paliativos y sin ninguna capacidad de autocrítica, las prácticas (y, por lo tanto, los presupuestos antropológicos) de la economía “ortodoxa”, esto es, del capitalismo global. Eso puede hacer que el pensamiento del Papa pueda presentarse como algo aislado, en ciertos círculos, hasta como la intuición de un iluminado. El Papa se sitúa, en cambio, en la gran tradición de la doctrina social de la Iglesia. Es esa tradición la que está marginada y es desconocida, y sobre todo en sus raíces profundas y en sus implicaciones prácticas, en muchos de nuestros ambientes católicos.

Jueves, 16 Julio 2015 12:31

“Raíz Humana de la Crisis Ecológica”, resumen del tercer capítulo de "Laudato Si´"

Escrito por  Ildefonso Fernández-Fígares

En el capítulo tercero de Laudato Si’, el Papa Francisco analiza las causas profundas de la actual crisis ecológica para llegar a la conclusión que son, principalmente, de raíz humana. Tanto la degradación ambiental como la degradación social hunden sus raíces en tres causas vitales: la generalización del paradigma tecnocrático, la exaltación y dependencia de la tecnología y su lógica de poder ilimitado, y finalmente una comprensión del ser humano desde un relativismo puramente práctico (LS, 122).

Antropocentrismo Moderno y el Relativismo Práctico

“No hay ecología sin una adecuada antropología” (LS, 118). Con esta contundencia advierte el Papa Francisco del imperativo que tenemos a redescubrir quién es el ser humano si de verdad queremos impulsar una nueva relación con la naturaleza que la salve de la explotación a la que hoy la sometemos.

Veamos cómo define Francisco el antropocentrismo o visión del hombre moderno:

1) Está caracterizado por un relativismo práctico donde “el ser humano se coloca a sí mismo en el centro, (…) dando prioridad absoluta a sus conveniencias circunstanciales, y [donde] todo lo demás se vuelve relativo” (LS, 122). Es decir, el hombre, en vez de responder a la llamada de Dios a administrar responsablemente la creación dada, se ve a sí mismo como dueño y “señor” de la naturaleza y la domina tiránicamente (LS, 116). De este modo, dice el Papa, “el ser humano no redescubre su verdadero lugar, se entiende mal a sí mismo y termina contradiciendo su propia realidad” (LS, 115). Para escuchar los gritos de la naturaleza hace falta primero escuchar los gritos del ser humano especialmente de los más pobres e indefensos (LS, 117).

2) La comprensión moderna del hombre coloca “la razón técnica sobre la realidad” (LS, 115). El mundo está subordinado a la lógica de la técnica que es la lógica del “usar y tirar” (LS, 123). O expresado en otras palabras “cuando la técnica desconoce los grandes principios éticos, termina considerando legítima cualquier práctica” (LS, 136). La tecnología será legítima si, como señala Francisco recogiendo las palabras de Juan Pablo II, “actúa en la naturaleza «para ayudarla a desarrollarse en su línea, la de la creación, la querida por Dios»” (LS, 132). Hace falta que contemplemos la realidad en su integridad, en su mutua interrelacionalidad; todo está relacionado (LS, 135). Como subraya el Papa, “la especialización propia de la tecnología implica una gran dificultad para mirar el conjunto” y, por eso, no debemos “perder el sentido de la totalidad, de las relaciones que existen entre las cosas” (LS, 110).

3) Para el Papa Francisco, para dicha “ecología integral, que no excluya al ser humano, es indispensable incorporar el valor del trabajo” (LS, 124). Sin embargo, en la comprensión moderna el trabajo ha quedado desfigurado y reducido a mera productividad y a una búsqueda ilimitada y a cualquier costa de rédito económico y financiero (LS, 127 y 129). Por el contrario, para Francisco, el trabajo (sea manual o de otro tipo) es la manera en que el hombre, relacionándose con otros hombres y con el mundo, transforma la realidad existente “para ayudar a brotar las potencialidades que [Dios] mismo colocó en las cosas” (LS, 124 y 125). Desde aquí se entiende la defensa del Papa de la necesidad y el derecho de toda persona a tener acceso al trabajo y de limitar la sustitución de personas por máquinas en el mundo laboral (LS, 127 y 128).

La Tecnología y sus ansías de Poder Ilimitado

¿Qué es la tecnología? Citando al papa emérito Benedicto XVI, Francisco nos recuerda que la técnica es la capacidad del hombre para modificar la naturaleza y “«expresa la tensión del ánimo humano hacia la superación gradual de ciertos condicionamientos materiales»” (LS, 102). Desde esta comprensión, el Papa junto a toda la Iglesia valora y se alegra de muchos avances técnicos, “especialmente en la medicina, la ingeniería y las comunicaciones” (LS, 102). Incluso muchos progresos de la tecnociencia tienen la capacidad de producir belleza y así elevar el corazón del hombre más allá de sí mismo—como vemos en bonitas obras arquitectónicas, pictóricas, musicales, etc (LS, 103).

Ahora bien, ¿cuál es el peligro de la lógica de la técnica? El tremendo poder que da al hombre. Un poder que, carente de “una ética sólida, [de] una cultura y una espiritualidad que realmente lo limite y lo contenga”, amenaza y tiene la capacidad de destruir el mundo y al mismo hombre (LS, 105). El poder incontrolado de la técnica, a menos que vaya “acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, (…) [y] autoconciencia de sus propios límites”, no sólo no hará más libre y autónomo al hombre sino que seguirá dejándolo más expuesto y esclavo al mismo (LS, 105). La verdadera libertad humana, dice el Papa, “es capaz de limitar la técnica, orientarla y colocarla al servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral” (LS, 112).

Globalización del Paradigma Tecnocrático

El Papa Francisco distingue entre la cultura ecológica y la cultura tecnocrática. La cultura tecnocrática es la generalizada en el mundo moderno y que asume la tecnología y el desarrollo asociado a ésta desde un paradigma puramente homogéneo y unidimensional. En otras palabras, el hombre está como “fuera del mundo” y desde fuera, por medio de la técnica, intenta poseerlo, dominarlo, transformarlo y explotarlo. La lógica-racional de este tipo de progreso es el de un crecimiento infinito pues los bienes del planeta aparecen como ilimitados (LS, 106). Este cosmovisión tecnocrática está tan presente en nuestras vidas (es como el aire que respiramos que no se ve ni se siente pero que está ahí), “se ha vuelto tan dominante que es muy difícil prescindir de sus recursos, y más difícil todavía es utilizarlos sin ser dominados por su lógica” (LS, 108). Su disimulada y engañosa neutralidad nos seduce condicionando nuestros estilos y modos de vida (LS, 107), y haciéndonos encima creer que los problemas generados por dicha lógica tecnocrática serán exclusivamente resueltos con más avances tecnológicos (LS, 109).

Frente a esta cultura tecnológica, Francisco presenta la cultura ecológica que es aquella que posee “una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático” (LS, 111). Este ecologismo humano es el motor de una verdadera revolución cultural:

- capaz de percibir la no neutralidad de la ciencia y la tecnología,
- con la valentía de aminorar nuestra velocidad y modos de crecimiento,
- con la disposición de recoger los avances positivos y sostenibles que ciertamente algunos logros técnicos han conseguido, y
- con la capacidad de “recuperar los valores y los grandes fines [del hombre] arrasados por un desenfreno megalómano” (LS, 114).

¿Estamos dispuestos a embarcarnos en esta revolución cultural, humana y ecológica a la que el Papa Francisco nos invita?

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