`Laudato si´, sobre el cuidado de la casa común

Textos sobre la creación, la ecología humana y la economía.

[Para reflexionar sobre el pensamiento expuesto en la Encíclica del Papa Francisco]

En esta sección vamos a ir publicando textos, algunos de ellos relativamente largos, de diferentes autores (pensadores, economistas) que expresan pensamientos próximos y afines a los que el Papa Francisco va a expresar o ha expresado en su Encíclica sobre la creación. El pensamiento que estos pensadores promueven —todos ellos cristianos— es prácticamente desconocido en la mayoría de nuestros círculos católicos, porque, tanto las universidades como los medios de comunicación católicos, defienden sin paliativos y sin ninguna capacidad de autocrítica, las prácticas (y, por lo tanto, los presupuestos antropológicos) de la economía “ortodoxa”, esto es, del capitalismo global. Eso puede hacer que el pensamiento del Papa pueda presentarse como algo aislado, en ciertos círculos, hasta como la intuición de un iluminado. El Papa se sitúa, en cambio, en la gran tradición de la doctrina social de la Iglesia. Es esa tradición la que está marginada y es desconocida, y sobre todo en sus raíces profundas y en sus implicaciones prácticas, en muchos de nuestros ambientes católicos.

Jueves, 18 Junio 2015 12:07

Carta Encíclica "'Laudato si´, sobre el cuidado de la creación"

Escrito por  Papa Francisco

El Papa Francisco ha publicado en el día de hoy una nueva Encíclica sobre la creación titulada "Laudato si".

1. «Laudato si', mi' Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba».

2. Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.

Nada de este mundo nos resulta indiferente

3. Hace más de cincuenta años, cuando el mundo estaba vacilando al filo de una crisis nuclear, el santo Papa Juan XXIII escribió una encíclica en la cual no se conformaba con rechazar una guerra, sino que quiso transmitir una propuesta de paz. Dirigió su mensaje Pacem in terris a todo el «mundo católico », pero agregaba «y a todos los hombres de buena voluntad ». Ahora, frente al deterioro ambiental global, quiero dirigirme a cada persona que habita este planeta. En mi exhortación Evangelii gaudium, escribí a los miembros de la Iglesia en orden a movilizar un proceso de reforma misionera todavía pendiente. En esta encíclica, intento especialmente entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común.

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