INTRODUCCIÓN
1953, 1968, 1995: TRES PERSPECTIVAS
1. 1953 desde la perspectiva de 1995
Las circunstancias en que se escribe este texto de 1953. La simplificación propagandística de las relaciones entre cristianismo y marxismo como meramente antagónicos. La ceguera de los cristianos modernos ante males sociales muy profundos, como la esclavitud o el fascismo.
Cuando en 1953 publiqué Una interpretación del marxismo, que luego, tras algunas revisiones, se convertiría en Marxismo y cristianismo, Stalin no había muerto todavía, y la Guerra Fría tenía ya una forma precisa. En febrero de 1953, la OTAN creó un mando militar unificado. En junio, la represión soviética de un levantamiento de trabajadores en Berlín Oriental ejemplificaba la implacable subordinación del conjunto de la Europa del Este a los intereses soviéticos. Ya hacía tiempo que entre muchos defensores de Occidente era corriente aceptar, sin la menor crítica, la pretensión que tenía la Unión Soviética de que sus prácticas sociales, políticas y económicas, encarnaban la teoría marxista, para justificar así su rechazo total del marxismo. Y se daba por supuesto, si no universalmente, sí de modo muy generalizado, tanto entre los teólogos como entre los fieles ordinarios, que, puesto que el marxismo era un materialismo ateo, y puesto que la persecución por parte del poder soviético intentaba impedir hasta donde fuera posible toda independencia a la vida de las iglesias, los cristianos tenían que identificarse por fuerza con la causa del Occidente anticomunista. Por supuesto, era cierto que algunas partes de la teoría marxista y que algunas predicciones marxistas habían sido genuinamente desacreditadas. También era verdad que la ortodoxia cristiana no podía más que oponerse a lo que en el marxismo servía para fundamentar o era consecuencia de su ateísmo. Pero el rechazo anticomunista del marxismo, simplista y sin matices, así como la comprensión igualmente simplista de la relación entre marxismo y cristianismo como una relación de puro antagonismo, sin más especificaciones, exageraba y distorsionaba estas verdades a favor de los intereses de la ideología que por entonces dominaba en Occidente.
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