Materiales para una política teológica cristiana

La decisión de iniciar esta sección en el blog Ciudad de Dios y de los hombres es casi connatural (y contemporánea) a la idea del mismo blog: si Cristo es Señor de todo “en los cielos, en la tierra y en los abismos” (Flp 2, 10), todo tiene que ver con el señorío de Cristo, y Cristo tiene que ver con todas las cosas, puesto que “todo ha sido creado por Él y para Él (…) y todo tiene en el su consistencia” (Col 1, 16-17). No es posible, por tanto, que una actividad, o un ámbito de relaciones tan decisivas para la vida humana como es la vida de la polis, esto es, el régimen y la articulación de las comunidades humanas más allá de la familia y entre ellas, quede totalmente al margen de Cristo. No es posible que Cristo resucitado y vivo, y que la experiencia que la Iglesia tiene de él y del Padre en la comunión del Espíritu Santo, no tengan nada que decir acerca de esas relaciones que nos constituyen, y determinan considerablemente la conciencia que tenemos de nosotros mismos y del mundo. Si ése fuera el caso, Cristo quedaría fuera de una dimensión humana sumamente importante, esencial a la vida humana. Y no sería “el Señor”. Llamarle “Señor” no pasaría de ser una metáfora más bien vacía. Pues bien, eso es exactamente lo que ha sucedido: que en gran medida hemos excluido a Cristo y a la experiencia de la redención de Cristo de esa dimensión de la vida humana —y de otras, desde la economía al matrimonio y la familia—. De aquí que el hecho de ser cristianos signifique tan poco en nuestra vida. Y que tampoco signifique demasiado el dejar de serlo.

 

Leer más

Martes, 05 Julio 2016 13:43

"Marxismo y cristianismo. Introducción: 1953, 1968, 1995: Tres perspectivas"

Escrito por  Mons. Javier Martínez

Alasdair C. MacIntyre. “Marxism and Christianity”, Duckworth, London, 1995. Se trata de una selección de las pp 9-24 de la versión española de la obra, que contienen la Introducción, escrita en 1995. Véase “Marxismo y Cristianismo”, Nuevo Inicio, Granada, 2007. Traducción de Francisco Javier Martínez y Sebastián Montiel. El título de ese texto es: “Introducción: 1953, 1968, 1995: Tres perspectivas”.

Esa introducción es en realidad una explicación de la evolución del pensamiento de MacIntyre en relación con el marxismo después de lo que ha pasado por su “caída”. Eso le obliga a Macintyre a expresar su juicio actual también en relación con el liberalismo. El texto es importante, y figura también, como una síntesis de la evolución de su pensamiento, en la obra Alasdair MacIntyre’s Engagement with Marxism, Edited by Paul Blackledge y Neil Davidson, Brill Academic Publishers, Leiden, 2005, que recoge los artículos de MacIntyre en su período marxista. Las entradillas son del autor del blog, para ayudar en la lectura. Y también algunos pasajes en negrita, que tratan de subrayar alguna idea o pensamiento. Los pasajes omitidos se señalan con puntos suspensivos.

 

INTRODUCCIÓN
1953, 1968, 1995: TRES PERSPECTIVAS

1. 1953 desde la perspectiva de 1995

Las circunstancias en que se escribe este texto de 1953. La simplificación propagandística de las relaciones entre cristianismo y marxismo como meramente antagónicos. La ceguera de los cristianos modernos ante males sociales muy profundos, como la esclavitud o el fascismo.

Cuando en 1953 publiqué Una interpretación del marxismo, que luego, tras algunas revisiones, se convertiría en Marxismo y cristianismo, Stalin no había muerto todavía, y la Guerra Fría tenía ya una forma precisa. En febrero de 1953, la OTAN creó un mando militar unificado. En junio, la represión soviética de un levantamiento de trabajadores en Berlín Oriental ejemplificaba la implacable subordinación del conjunto de la Europa del Este a los intereses soviéticos. Ya hacía tiempo que entre muchos defensores de Occidente era corriente aceptar, sin la menor crítica, la pretensión que tenía la Unión Soviética de que sus prácticas sociales, políticas y económicas, encarnaban la teoría marxista, para justificar así su rechazo total del marxismo. Y se daba por supuesto, si no universalmente, sí de modo muy generalizado, tanto entre los teólogos como entre los fieles ordinarios, que, puesto que el marxismo era un materialismo ateo, y puesto que la persecución por parte del poder soviético intentaba impedir hasta donde fuera posible toda independencia a la vida de las iglesias, los cristianos tenían que identificarse por fuerza con la causa del Occidente anticomunista. Por supuesto, era cierto que algunas partes de la teoría marxista y que algunas predicciones marxistas habían sido genuinamente desacreditadas. También era verdad que la ortodoxia cristiana no podía más que oponerse a lo que en el marxismo servía para fundamentar o era consecuencia de su ateísmo. Pero el rechazo anticomunista del marxismo, simplista y sin matices, así como la comprensión igualmente simplista de la relación entre marxismo y cristianismo como una relación de puro antagonismo, sin más especificaciones, exageraba y distorsionaba estas verdades a favor de los intereses de la ideología que por entonces dominaba en Occidente.

Continuar leyendo en documento adjunto.

 

 

Está aquí: Inicio Materiales "Marxismo y cristianismo. Introducción: 1953, 1968, 1995: Tres perspectivas"