Materiales para una política teológica cristiana

La decisión de iniciar esta sección en el blog Ciudad de Dios y de los hombres es casi connatural (y contemporánea) a la idea del mismo blog: si Cristo es Señor de todo “en los cielos, en la tierra y en los abismos” (Flp 2, 10), todo tiene que ver con el señorío de Cristo, y Cristo tiene que ver con todas las cosas, puesto que “todo ha sido creado por Él y para Él (…) y todo tiene en el su consistencia” (Col 1, 16-17). No es posible, por tanto, que una actividad, o un ámbito de relaciones tan decisivas para la vida humana como es la vida de la polis, esto es, el régimen y la articulación de las comunidades humanas más allá de la familia y entre ellas, quede totalmente al margen de Cristo. No es posible que Cristo resucitado y vivo, y que la experiencia que la Iglesia tiene de él y del Padre en la comunión del Espíritu Santo, no tengan nada que decir acerca de esas relaciones que nos constituyen, y determinan considerablemente la conciencia que tenemos de nosotros mismos y del mundo. Si ése fuera el caso, Cristo quedaría fuera de una dimensión humana sumamente importante, esencial a la vida humana. Y no sería “el Señor”. Llamarle “Señor” no pasaría de ser una metáfora más bien vacía. Pues bien, eso es exactamente lo que ha sucedido: que en gran medida hemos excluido a Cristo y a la experiencia de la redención de Cristo de esa dimensión de la vida humana —y de otras, desde la economía al matrimonio y la familia—. De aquí que el hecho de ser cristianos signifique tan poco en nuestra vida. Y que tampoco signifique demasiado el dejar de serlo.

 

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Jueves, 20 Octubre 2016 20:36

La hora de la revolución cristiana

Escrito por  Mon. Javier Martínez

 

 

Prólogo  de Mons. Javier Martínez al Pregón de Pilar Rahola con motivo de la Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND), que celebramos el domingo 23 de octubre.

La revolución cristiana es la revolución del amor, que tantas veces hemos traicionado. Es la revolución que empezó en Pentecostés. O que empezó quizás ya en aquel “primer evangelio” que anunció la victoria de la Mujer sobre la serpiente inmediatamente después del primer pecado. O todavía mejor, que Dios mismo empezó ya en el primer instante de la creación. Es una revolución que está siempre empezando, siempre llamándonos a empezar de nuevo. Esa revolución es la única esperanza para el mundo.

Pilar Rahola dice aquí que un amigo suyo dice que es la más creyente de los no creyentes. Yo me atrevería a añadir: que es más creyente que muchos creyentes que conozco (empezando por mí mismo), que vamos regularmente a la Iglesia, que acaso recibimos la comunión como si fuera sólo un acto de piedad individual, pero luego nuestras vidas se rigen diariamente más por intereses económicos o políticos, o de estatus, o de clase, que por el amor que confesamos o predicamos.

Una Iglesia (un pueblo cristiano entero) que empezase a vivir como los últimos Papas nos vienen llamando a vivir, y de manera concretísima el Papa Francisco, un pueblo que viviera derrochando amor como Dios lo ha derrochado en la creación y en la redención, y derrochándolo sencillamente porque en Cristo nos ha sido dado participar de ese AMOR que es Dios mismo, ¿os imagináis lo que sería eso? CIERTAMENTE, LA ÚNICA VERDADERA REVOLUCIÓN POSIBLE, Y A LA VEZ LA ÚNICA “POLÍTICA” VERDADERAMENTE CRISTIANA.

Doy gracia a Pilar Rahola por haber hecho este pregón, aunque sea "con el corazón en un puño”. Gracias por haber dicho lo que has dicho, gracias por haberme recordado a mí quien soy y quién estoy llamado a ser, por habernos recordado a los cristianos quiénes somos y quiénes estamos llamados a ser. Gracias por decir lo que a veces nosotros mismos no tenemos el valor de decirnos.

Que el Dios en quien te cuesta creer te lo pague a la medida de su Amor infinito.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
20 de octubre de 2016

Leer Pregón del DOMUND 2016 de Pilar Rahola

 

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