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Prólogo  de Mons. Javier Martínez al Pregón de Pilar Rahola con motivo de la Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND), que celebramos el domingo 23 de octubre.

La Exhortación Postsinodal del Papa Francisco “Amoris Laetitia” ha generado una serie de juicios que están creando confusión respecto a lo que verdaderamente señala el Santo Padre en este documento, publicado tras el Sínodo de la Familia. Fernando Sebastián, Arzobispo emérito de Pamplona Tudela, ha publicado este año en la revista “Vida Nueva” tres artículos, el último de ellos el pasado 9 de septiembre, que ofrecemos a continuación, en los que aborda la “Amoris Laetitia” para despejar esa confusión.

El 16 y 17 de diciembre de 1970 se llevó a cabo en la ciudad de Cracovia una importante discusión. El Arzobispo Karol Wojtyla había escrito un denso libro que entre otras cosas buscaba mostrar la antropología subyacente a la Constitución Pastoral Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II. El volumen llevaba por título “Persona y Acción”. Se invitó por dos días a un nutrido grupo de filósofos a evaluar este esfuerzo especulativo.

Es muy interesante mirar las diversas contribuciones de aquel encuentro publicadas poco tiempo después gracias al esfuerzo de Andrzej Szostek. De un lado existían importantes simpatías por el nuevo libro: quienes habían explorado la fenomenología y el personalismo miraron en Wojtyla el inicio de un nuevo momento: el reconocimiento objetivo de la subjetividad no es subjetivismo. Más aún, la acción humana es un momento privilegiado para aprehender la verdad sobre la persona. Esta intuición le permitía al Arzobispo polaco arriesgar una hipótesis sobre cómo superar la unilateralidad de la teoría marxista sobre la primacía de la praxis revolucionaria a través de una renovada antropología de la acción y de la comunión.

Miércoles, 07 Septiembre 2016 14:24

La alegría del amor y el desconcierto de los teólogos

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En algunos comentarios sobre la exhortación apostólica “Amoris laetitia”.

Artículo con motivo de una visita sorpresa que hizo el Papa el pasado mes de julio a la Comisión para América Latina.



Nueva entrada en el blog "Ciudad de Dios de y de los hombres" (www.arzobispodegranada.es/blog), en la sección "Materiales para una política teológica cristiana" (Materiales nº 10), con una aportación del Prefacio a la obra The Future of Love. Essays in Political Theology, de John Milbank, uno de los fundadores del movimiento llamado "Radical Orthodoxy" en inglarerra y Estados Unidos.

“Temps Présent” fue una revista semanal cristiana que se publicó en Paris de 1937 a 1940 y luego de 1944 a 1947. Fue fundada y dirigida por Stanislas Fumet, y retomó la herencia del semanario “Sept”, fundado por los dominicos de las ediciones Du Cerf en 1934, y luego suprimida por los superiores de la orden, al parecer por indicación del Nuncio y a raíz de los artículos de Bernanos sobre la guerra de España, en 1937. En el tiempo en que vivió, además de apoyar la resistencia, “Temps Présent” se hizo defensora de la democracia cristiana. En este semanario, además de Bernanos, escribieron personas como François Mauriac, Maurice Schumann, Gabriel Marcel, Charles du Bos, Louis massignon, Karl Barth, Jacques Maritain, Emmanuel Mounier, Joseph Malègue, Maxence Van der Meersch y muchos otros católicos o personas cercanas a la Iglesia del mundo intelectual y de las letras francesas del momento.

Ofrecemos el texto número 9 de la sección "Materiales para una política teológica cristiana", del blog "Ciudad de Dios y de los hombres".

Alasdair MaIntyre, Against the Self-Images of the Age, Duckworth, London, 1971 (reprint, University of Notre Dame Press, Notre Dame, Indiana, 1978), capítulo 23: Epílogo filosólico y político: una visión de la obra The Poverty of Liberalism [“La pobreza del liberalismo”], de Robert Paul Wolff.

Puesto que voy a intentar criticar algunas de las posiciones de Mr. Wolff muy en profundidad, tengo el deber al comienzo de expresar a la vez mi acuerdo con él y el sentido de deuda que tengo para con él. En la tarea de criticar al liberalismo desde la izquierda de un modo más creativo que el de muchas de las polémicas izquierdistas soy su aliado; y Mr. Wolff ha abierto el debate con una batería de argumentos que es a la vez convincente y sugestiva, de la que todos nosotros podemos aprender. Por lo tanto, no es por un deseo de ser tiquismiquis por lo que me voy a concentrar en nuestros desacuerdos. Mi estrategia será la de comenzar con una serie de objeciones verdaderas, pero relativamente superficiales; para mostrar después por qué esas objeciones llevan a una serie más profunda de objeciones a la visión que tiene Wolff del liberalismo; y para criticar finalmente el radicalismo de Wolff.

Chesterton es considerado un autor “de derechas”, y para muchos sería claramente un conservador. Su defensa del matrimonio y de la familia, su oposición al divorcio, muchos de sus ensayos y libros publicados parecerían justificar esa apreciación. Recuerdo, sin embargo, que en el año 2004, en una cena en la Universidad de Nottingham, tras haber asistido a un simposio sobre “Fenomenología y Trascendencia”, organizado por el Center for Theology and Philosophy que John Milbank dirige en esa Universidad, estaba yo entado frente a la esposa de John, Alison Milbank. Yo le había preguntado por las preocupaciones que dirigían sus trabajos, y ella explicó cómo ella y su marido vivían consagrados a la tarea de la difusión del cristianismo y del socialismo. Yo estaba por aquel entonces ya promoviendo la traducción y el trabajo sobre esa obra fundamental que es Teología y Teoría Social, e incluso habíamos hecho ya un primer borrador de su versión española, sin idea de que poco después aparecería publicada en español en la editorial Herder. Pero fuera de esa obra, por aquel entonces, yo no conocía la restante obra de Milbank ni había oído hablar de la RadicalOrthodoxy. En todo caso, viniendo de España, y tras la experiencia de lo que habían supuesto (y de lo que me imaginaba que iban a suponer) los atentados del 11 M y el golpe de estado que culminó la elección de Zapatero, esa asociación entre cristianismo y socialismo no podía dejar de chocarme. Así que le expuse mi dificultad a Alison con toda claridad, y le pregunté que entendían ella y su marido por socialismo, y cómo lo articulaban con la vida de la Iglesia. Con la misma naturalidad, ella me dijo: “Ah, pues ya sabe, el pensamiento de Chesterton, de Belloc y de otros como ellos”.

Un día, hace años y creo que cerca de unas elecciones, en una convivencia de familias jóvenes, uno de los maridos me preguntó: “¿Cuál es su credo político?” Recuerdo que le dije que la palabra “credo” me parecía algo fuerte para una realidad tan prosaica y tan de bajo nivel como la política, aunque ese comentario no era justo. La política real, tal como funciona y como es, puede estar muy corrompida, y hasta ser una forma de telebasura; puede ser algo que no tiene ningún misterio, porque las pasiones humanas no tienen ningún misterio; pero eso no es la política como podría o como debería ser. La política, en efecto, en cuanto acción supremamente humana, como el amor o como la familia, o como el trabajo y el comercio, pueden estar guiados sólo por ciertas pasiones, pero entonces se terminan destruyendo a sí mismos. Para no destruirse necesitan un horizonte grande, que tiene que ver con el destino del hombre, que es, en definitiva, religioso. Ese horizonte está siempre ahí, aunque se desprecie. Porque quien no cree en Dios cree en el mercado o en cualquier otro ídolo que, como pasa siempre con los ídolos, termina devorándole. Bernanos escribía en algún sitio que los políticos que se burlan de la moral debieran recordar que viven, literalmente, de la moral de los demás.

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