Este texto está tomado del cap. I de esta obra, escrita en el período en que MacIntyre pertenecía a la Iglesia presbiteriana y era marxista.
La división de la vida humana entre lo sagrado y lo secular es una división que viene naturalmente al pensamiento occidental. Es una división que lleva las señales de su origen cristiano, y que al mismo tiempo da testimonio de la muerte de una cultura propiamente religiosa. Porque cuando lo sagrado y lo secular se dividen, entonces la religión se convierte en un departamento más de la vida humana, una actividad junto a otras. Esto es lo que le ha sucedido a la religión burguesa… Sólo una religión que es un modo de vida en todos y en cada ámbito merece o puede esperar sobrevivir. Pues la tarea de la religión es ayudar a ver lo secular como sagrado, el mundo como algo que está bajo Dios. Cuando lo sagrado y lo secular se separan, entonces el ritual se convierte en un fin, no subordinado a la santificación del mundo, sino un fin en sí mismo. Igualmente, si nuestra religión es fundamentalmente irrelevante a nuestra política, entonces estamos reconociendo que lo político es un espacio extraño al reino de Dios. Dividir lo sagrado de lo secular es reconocer la acción de Dios sólo dentro de los límites más estrechos. Una religión que reconoce esta división, como hace la nuestra, es una religión a punto de morir (pp. 9-10).
Alasdair C. MacIntyre.
Marxism. An Interpretation
SCM Press, Ltd. London, 1953, pp. 9-10.