Sobre la casa común es otra manera de hablar de la creación: si es casa es porque es nuestro hogar. Un hogar siempre tiene un orden y la creación tiene este orden, dotada de esa consistencia, de esa verdad, de esa belleza que el hombre está llamada a respetar y cuidar (cf. Gaudium et spes, 36). Pero es, al mismo tiempo, para todos, por eso es común. El Papa en este documento escucha a todos, todos los ámbitos del saber y nos invita y se dirige a todos para dialogar cómo podemos dejar un mundo mejor a nuestras futuras generaciones (LS, 3). Es la tierra en la que estamos viviendo, es nuestra hermana y nuestra madre, como el Papa dice (LS, 1). Nuestra hermana porque la tierra, la creación, nos acompaña. Nuestra madre porque nos acoge. Somos tierra, somos criaturas (LS, 2).
En sucesivos videos iremos explicando los distintos aspectos e ideas que el Papa Francisco nos presenta en LS. Ahora es importante que ubiquemos este documento magisterial (LS, 15) dentro de la tradición de la Iglesia. No es una preocupación reciente sino que ya desde mitad del siglo XX los sucesivos Papas han ido haciendo un llamamiento para que repensemos el modo de vida, los estilos de vida del hombre moderno de tal manera que sean en comunión con la naturaleza que hemos recibido y que podamos dejar un mundo mejor a las futuras generaciones. San Juan Pablo II hacia un llamamiento a la “conversión ecológica global” poniendo en la raíz del problema la ecología humana, el carácter moral de la destrucción de la naturaleza de nuestros días (LS, 5). Benedicto XVI nos ayudaba a ver la naturaleza no como algo ajeno al hombre, no como un libro divisible de la realidad humana, sino como un todo; somos criaturas en relación con la naturaleza (LS 6-7). El Papa Francisco con este documento y habiendo escogido este nombre ya revela, basándose en el santo de Asís, cómo la naturaleza es un lugar donde podemos escuchar y leer el lenguaje de Dios (LS, 12); contiene la gramática de Dios. Y, por lo tanto, Dios habla al hombre también en la naturaleza.
El Papa nos desafía a que no neguemos que tenemos un problema pero al mismo tiempo que seamos optimistas. Primero porque Dios sigue estando con el hombre. Y, segundo, porque los hombres cuando trabajan juntos por el bien común y no solamente pensando en intereses personales, individuales o particulares, todavía tienen la capacidad de mejorar, de arreglar, algunos de los problemas que hemos desarrollado (LS, 13). El Papa nos desafía a que busquemos un desarrollo sostenible e integral (Ibid.), a que no perdamos la esperanza, y a que veamos el mundo no como un problema a resolver sino como un misterio gozoso (LS, 12).