Materiales para una política teológica cristiana

La decisión de iniciar esta sección en el blog Ciudad de Dios y de los hombres es casi connatural (y contemporánea) a la idea del mismo blog: si Cristo es Señor de todo “en los cielos, en la tierra y en los abismos” (Flp 2, 10), todo tiene que ver con el señorío de Cristo, y Cristo tiene que ver con todas las cosas, puesto que “todo ha sido creado por Él y para Él (…) y todo tiene en el su consistencia” (Col 1, 16-17). No es posible, por tanto, que una actividad, o un ámbito de relaciones tan decisivas para la vida humana como es la vida de la polis, esto es, el régimen y la articulación de las comunidades humanas más allá de la familia y entre ellas, quede totalmente al margen de Cristo. No es posible que Cristo resucitado y vivo, y que la experiencia que la Iglesia tiene de él y del Padre en la comunión del Espíritu Santo, no tengan nada que decir acerca de esas relaciones que nos constituyen, y determinan considerablemente la conciencia que tenemos de nosotros mismos y del mundo. Si ése fuera el caso, Cristo quedaría fuera de una dimensión humana sumamente importante, esencial a la vida humana. Y no sería “el Señor”. Llamarle “Señor” no pasaría de ser una metáfora más bien vacía. Pues bien, eso es exactamente lo que ha sucedido: que en gran medida hemos excluido a Cristo y a la experiencia de la redención de Cristo de esa dimensión de la vida humana —y de otras, desde la economía al matrimonio y la familia—. De aquí que el hecho de ser cristianos signifique tan poco en nuestra vida. Y que tampoco signifique demasiado el dejar de serlo.

 

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Materiales política teológica cristiana

 

 

Prólogo  de Mons. Javier Martínez al Pregón de Pilar Rahola con motivo de la Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND), que celebramos el domingo 23 de octubre.



Nueva entrada en el blog "Ciudad de Dios de y de los hombres" (www.arzobispodegranada.es/blog), en la sección "Materiales para una política teológica cristiana" (Materiales nº 10), con una aportación del Prefacio a la obra The Future of Love. Essays in Political Theology, de John Milbank, uno de los fundadores del movimiento llamado "Radical Orthodoxy" en inglarerra y Estados Unidos.

“Temps Présent” fue una revista semanal cristiana que se publicó en Paris de 1937 a 1940 y luego de 1944 a 1947. Fue fundada y dirigida por Stanislas Fumet, y retomó la herencia del semanario “Sept”, fundado por los dominicos de las ediciones Du Cerf en 1934, y luego suprimida por los superiores de la orden, al parecer por indicación del Nuncio y a raíz de los artículos de Bernanos sobre la guerra de España, en 1937. En el tiempo en que vivió, además de apoyar la resistencia, “Temps Présent” se hizo defensora de la democracia cristiana. En este semanario, además de Bernanos, escribieron personas como François Mauriac, Maurice Schumann, Gabriel Marcel, Charles du Bos, Louis massignon, Karl Barth, Jacques Maritain, Emmanuel Mounier, Joseph Malègue, Maxence Van der Meersch y muchos otros católicos o personas cercanas a la Iglesia del mundo intelectual y de las letras francesas del momento.

Ofrecemos el texto número 9 de la sección "Materiales para una política teológica cristiana", del blog "Ciudad de Dios y de los hombres".

Alasdair MaIntyre, Against the Self-Images of the Age, Duckworth, London, 1971 (reprint, University of Notre Dame Press, Notre Dame, Indiana, 1978), capítulo 23: Epílogo filosólico y político: una visión de la obra The Poverty of Liberalism [“La pobreza del liberalismo”], de Robert Paul Wolff.

Puesto que voy a intentar criticar algunas de las posiciones de Mr. Wolff muy en profundidad, tengo el deber al comienzo de expresar a la vez mi acuerdo con él y el sentido de deuda que tengo para con él. En la tarea de criticar al liberalismo desde la izquierda de un modo más creativo que el de muchas de las polémicas izquierdistas soy su aliado; y Mr. Wolff ha abierto el debate con una batería de argumentos que es a la vez convincente y sugestiva, de la que todos nosotros podemos aprender. Por lo tanto, no es por un deseo de ser tiquismiquis por lo que me voy a concentrar en nuestros desacuerdos. Mi estrategia será la de comenzar con una serie de objeciones verdaderas, pero relativamente superficiales; para mostrar después por qué esas objeciones llevan a una serie más profunda de objeciones a la visión que tiene Wolff del liberalismo; y para criticar finalmente el radicalismo de Wolff.

Chesterton es considerado un autor “de derechas”, y para muchos sería claramente un conservador. Su defensa del matrimonio y de la familia, su oposición al divorcio, muchos de sus ensayos y libros publicados parecerían justificar esa apreciación. Recuerdo, sin embargo, que en el año 2004, en una cena en la Universidad de Nottingham, tras haber asistido a un simposio sobre “Fenomenología y Trascendencia”, organizado por el Center for Theology and Philosophy que John Milbank dirige en esa Universidad, estaba yo entado frente a la esposa de John, Alison Milbank. Yo le había preguntado por las preocupaciones que dirigían sus trabajos, y ella explicó cómo ella y su marido vivían consagrados a la tarea de la difusión del cristianismo y del socialismo. Yo estaba por aquel entonces ya promoviendo la traducción y el trabajo sobre esa obra fundamental que es Teología y Teoría Social, e incluso habíamos hecho ya un primer borrador de su versión española, sin idea de que poco después aparecería publicada en español en la editorial Herder. Pero fuera de esa obra, por aquel entonces, yo no conocía la restante obra de Milbank ni había oído hablar de la RadicalOrthodoxy. En todo caso, viniendo de España, y tras la experiencia de lo que habían supuesto (y de lo que me imaginaba que iban a suponer) los atentados del 11 M y el golpe de estado que culminó la elección de Zapatero, esa asociación entre cristianismo y socialismo no podía dejar de chocarme. Así que le expuse mi dificultad a Alison con toda claridad, y le pregunté que entendían ella y su marido por socialismo, y cómo lo articulaban con la vida de la Iglesia. Con la misma naturalidad, ella me dijo: “Ah, pues ya sabe, el pensamiento de Chesterton, de Belloc y de otros como ellos”.

Un día, hace años y creo que cerca de unas elecciones, en una convivencia de familias jóvenes, uno de los maridos me preguntó: “¿Cuál es su credo político?” Recuerdo que le dije que la palabra “credo” me parecía algo fuerte para una realidad tan prosaica y tan de bajo nivel como la política, aunque ese comentario no era justo. La política real, tal como funciona y como es, puede estar muy corrompida, y hasta ser una forma de telebasura; puede ser algo que no tiene ningún misterio, porque las pasiones humanas no tienen ningún misterio; pero eso no es la política como podría o como debería ser. La política, en efecto, en cuanto acción supremamente humana, como el amor o como la familia, o como el trabajo y el comercio, pueden estar guiados sólo por ciertas pasiones, pero entonces se terminan destruyendo a sí mismos. Para no destruirse necesitan un horizonte grande, que tiene que ver con el destino del hombre, que es, en definitiva, religioso. Ese horizonte está siempre ahí, aunque se desprecie. Porque quien no cree en Dios cree en el mercado o en cualquier otro ídolo que, como pasa siempre con los ídolos, termina devorándole. Bernanos escribía en algún sitio que los políticos que se burlan de la moral debieran recordar que viven, literalmente, de la moral de los demás.

Hilaire Belloc publicó una serie de artículos sobre la distribución de la propiedad en el periódico Social Justice entre febrero y agosto de 1938. La serie llevaba el título general The Way Out [“El camino de salida”], que a nosotros nos ha parecido queda bien reflejado en español en el que aquí le damos: “Breve guía para salir del marasmo”. Recientemente, esos artículos han sido reunidos y publicados en forma de libro, con el mismo título The Way Out, en la Catholic Authors Press, Hartford, Connecticut, 2006. La traducción al español es de José Joaquín García Serrano y de Javier García Arevalillo.

Alasdair C. MacIntyre. “Marxism and Christianity”, Duckworth, London, 1995. Se trata de una selección de las pp 9-24 de la versión española de la obra, que contienen la Introducción, escrita en 1995. Véase “Marxismo y Cristianismo”, Nuevo Inicio, Granada, 2007. Traducción de Francisco Javier Martínez y Sebastián Montiel. El título de ese texto es: “Introducción: 1953, 1968, 1995: Tres perspectivas”.

Esa introducción es en realidad una explicación de la evolución del pensamiento de MacIntyre en relación con el marxismo después de lo que ha pasado por su “caída”. Eso le obliga a Macintyre a expresar su juicio actual también en relación con el liberalismo. El texto es importante, y figura también, como una síntesis de la evolución de su pensamiento, en la obra Alasdair MacIntyre’s Engagement with Marxism, Edited by Paul Blackledge y Neil Davidson, Brill Academic Publishers, Leiden, 2005, que recoge los artículos de MacIntyre en su período marxista. Las entradillas son del autor del blog, para ayudar en la lectura. Y también algunos pasajes en negrita, que tratan de subrayar alguna idea o pensamiento. Los pasajes omitidos se señalan con puntos suspensivos.

Este texto (Alasdair C. MacIntyre. After Virtue, Notre Dame University Press, Notre Dame, Indiana, 1981, pp. 244-245) es el último párrafo de esta obra excelente y decisiva de MacIntyre. En ella explica por qué el proyecto de fundar una moralidad —y por tanto una política moral— de la edad moderna estaba abocado al fracaso, y eso tanto en el mundo marxista como en el mundo liberal. El punto de partida de su reflexión es el carácter interminable —e inconclusivo—de los debates morales en nuestro tiempo, ya desde el siglo diecinueve (o antes). Partiendo de ahí, MacIntyre se plantea por qué eso es así, y en su búsqueda descubre también por qué eso era inevitable que ocurriera. Es lo que el llama “el fracaso de la cultura precedente”, es decir, de la cultura de la Ilustración, un fracaso irremediable partiendo de las premisas de las que partía. Nuestro vocabulario moral está hecho de conceptos que no son sino fragmentos de tradiciones a veces incompatibles entre sí.

La renuncia de esa cultura a plantearse con rigor la pregunta —y a examinar las respuestas— acerca del fin de la vida humana (puesto que esas preguntas y respuestas parecían pertenecer al ámbito religioso, y en Europa y América, específicamente a la tradición cristiana), hace que se traten de buscar fundamentos de la moralidad en la naturaleza misma del hombre, en la “mera” naturaleza, accesibles a la “mera” razón. Pues bien, eso no ha funcionado y además no puede funcionar. Sin un fin último para la vida humana, las palabras “bueno” y “malo” aplicadas al hombre o a los actos humanos tienen, o que carecer de significado, o que tener un significado diferente al que les atribuía la tradición europea y americana. La moralidad es sólo un residuo de hábitos tradicionales que encubre otra cosa: la búsqueda del placer o del poder, etc. De ahí surgen toda una serie de explicaciones de la moral que no son sino sucedáneos, por mucha influencia que hayan tenido y tengan aún en el presente, como el utilitarismo o el contractualismo, etc.

Miércoles, 08 Junio 2016 19:23

Marxism. An Interpretation

Escrito por en Materiales política teológica cristiana

Este texto está tomado del cap. I de esta obra, escrita en el período en que MacIntyre pertenecía a la Iglesia presbiteriana y era marxista.

La división de la vida humana entre lo sagrado y lo secular es una división que viene naturalmente al pensamiento occidental. Es una división que lleva las señales de su origen cristiano, y que al mismo tiempo da testimonio de la muerte de una cultura propiamente religiosa. Porque cuando lo sagrado y lo secular se dividen, entonces la religión se convierte en un departamento más de la vida humana, una actividad junto a otras. Esto es lo que le ha sucedido a la religión burguesa… Sólo una religión que es un modo de vida en todos y en cada ámbito merece o puede esperar sobrevivir. Pues la tarea de la religión es ayudar a ver lo secular como sagrado, el mundo como algo que está bajo Dios. Cuando lo sagrado y lo secular se separan, entonces el ritual se convierte en un fin, no subordinado a la santificación del mundo, sino un fin en sí mismo. Igualmente, si nuestra religión es fundamentalmente irrelevante a nuestra política, entonces estamos reconociendo que lo político es un espacio extraño al reino de Dios. Dividir lo sagrado de lo secular es reconocer la acción de Dios sólo dentro de los límites más estrechos. Una religión que reconoce esta división, como hace la nuestra, es una religión a punto de morir (pp. 9-10).

Alasdair C. MacIntyre.
Marxism. An Interpretation 
SCM Press, Ltd. London, 1953, pp. 9-10.

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